Cuando llega un cachorro a casa, una de las primeras preguntas que surge es dónde debe dormir. Es un aspecto crucial para su desarrollo, ya que un buen descanso contribuye a su crecimiento, salud y comportamiento. Además, establecer desde el principio un lugar adecuado para que duerma facilita la convivencia en el hogar y crea una rutina beneficiosa tanto para el perro como para su dueño.
Aunque este diagnóstico y nomenclatura se reconozcan y se utilicen solo en medicina humana, los gatos pueden tener estados emocionales alterados frente a situaciones que los dejan incómodos. ¿Has visto a tu gato alicaído últimamente? ¿No tiene ganas de jugar y se mueve menos? ¿Tiene menos apetito? Algo le pasa, entre otras cosas, con una posible alteración de su estado emocional.
Esta alteración del estado mental tiene causas son muy variadas. Si tienes la suerte de compartir tu vida con un felino, ya sabrás que son animales extremadamente sensibles. Un cambio en su rutina o entorno puede provocarle un estrés que se traduce en malestar. Dependiendo del carácter del gato, incluso, puede derivar en un estado depresivo.
La “depresión” en los gatos: señales de alerta
Es importante detectar cuanto antes el problema y ponerle remedio para que recupere su estado emocional habitual. Si observas que tu gato está raro, hay señales que pueden indicarte que se encuentra en esta situación.
Aunque en ocasiones esto no resulta nada sencillo, sobre todo si tu gato es muy tranquilo. Además, al ser de hábitos nocturnos, que pasen largos periodos de tiempo durmiendo durante el día no suele llamar la atención. Sin embargo, hay otras señales que pueden darte pistas para detectar a tiempo un estado deprimido:
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Cambios pronunciados en el carácter: miedo, agresividad, destructividad.
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Está apático, no juega o se mueve menos de lo habitual.
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Cambios en los hábitos higiénicos: no se acicala ni se afila las uñas. O, por el contrario, lo hace de forma compulsiva.
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Hace sus necesidades fuera del arenero.
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Falta de apetito.
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Maúlla constantemente y sin razón aparente.
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Se esconde y tiene falta de interés en las cosas.
Una dificultad añadida a estos comportamientos es que también pueden deberse a un problema de salud. Los gatos, como predadores que son en la naturaleza, tienden a no mostrar su malestar cuando están enfermos. Por lo que lo más recomendable es una visita al veterinario para descartar patologías que puedan cursar con estas mismas señales.
Qué puede causar la “depresión” en un gato
Las causas son multifactoriales. Estar pendiente y analizar si ha habido algún acontecimiento que haya podido desencadenar esta emoción en el felino es de vital importancia. Estos cambios pueden deberse a que:
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Una mudanza o cambio de dueños. Los gatos no son animales tan expresivos como puedan ser los perros. Sin embargo, suelen desarrollar vínculos muy fuertes con su entorno y con las personas que conviven con él. Si te has mudado, o recientemente has adoptado un gato de otra familia, es muy posible que este cambio le esté pasando factura al nuevo integrante de la casa.
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Un trauma o shock. Es posible que el gato haya tenido recientemente una experiencia negativa, por ejemplo, peleas con otros gatos por el territorio o haber estado perdido unos días en la calle.
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La llegada de otro miembro a casa, ya sea un bebé o una nueva mascota. Los gatos son muy territoriales y este tipo de cambios pueden generarle ansiedad.
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Se sienten solos. Al contrario de lo que se pueda llegar a asumir de los gatos, que sean independientes no significa que lleven bien la soledad. Es posible que estés obligado a pasar muchas horas fuera de casa y tu gato se resienta por ello.
Es importante conocer muy bien a tu gato y comprender su lenguaje corporal para saber si alguna de estas circunstancias puede estar afectándolo.
Qué hacer si tu gato está deprimido
Como ves, los gatos pueden padecer periodos de ansiedad y “depresión” al igual que cualquier otro ser vivo. Con estos consejos es posible ayudarle a mejorar su estado mental, liberándolo del estrés al que pueda estar sometido:
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Dedícale tiempo. El contacto con el dueño es muy importante para todas las mascotas y los gatos no son una excepción. Por ello, invierte el tiempo que puedas en jugar con él, acariciarlo para tranquilizarlo y mantenerlo distraído y activo.
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Enriquecimiento ambiental. Tanto si pasa muchas horas solo como si no, puede ser una buena idea adquirir juguetes que pongan en funcionamiento su inteligencia. Y si tienes la posibilidad, incluso puedes plantearte adoptar un compañero para él.
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Higiene. Los gatos son animales extremadamente higiénicos. Procura mantener limpios su arenero y su camita. Este punto es fundamental desde el punto de vista mental y sanitario.
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Zona de descanso. Cuando los gatos se encuentran apáticos tienden a buscar sitios en los que se encuentren más tranquilos. Este punto es especialmente importante después de una mudanza. Permítele que encuentre su sitio y prepáraselo para que se sienta cómodo hasta que decida explorar el resto de la casa.
Si a pesar de llevar a cabo estos consejos no ves ninguna mejoría en el animal, habla con tu veterinario para que te oriente. Es importante solucionar el problema cuánto antes. Cuanto más se alarguen estas situaciones de estrés y ansiedad, más difícil será mejorar el estado anímico de tu mascota.
Consejos y trucos
Tanto en otoño como en primavera, es común que la caída del pelo del perro, conocida como muda, se intensifique. En otoño, el pelaje más ligero es reemplazado por un pelaje más denso, preparando al animal para las temperaturas más bajas.
Una de las preguntas más frecuentes que se hacen los dueños de gatos es: "¿Mis gatos están peleando o jugando?"
La diferencia entre un juego y una situación agresiva puede ser sutil, pero hay señales importantes que ayudan a entender si tu gato solo se está divirtiendo o si es el momento de intervenir para evitar una pelea.
El otoño es una estación mágica que trae consigo una explosión de colores, el frescor en el aire y nuevas experiencias para disfrutar con tu perro.
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