Cuando llega un cachorro a casa, una de las primeras preguntas que surge es dónde debe dormir. Es un aspecto crucial para su desarrollo, ya que un buen descanso contribuye a su crecimiento, salud y comportamiento. Además, establecer desde el principio un lugar adecuado para que duerma facilita la convivencia en el hogar y crea una rutina beneficiosa tanto para el perro como para su dueño.
Algunos gatos tienen la piel más sensible que otros y, por tanto, son más susceptibles a las enfermedades cutáneas. Descubre más sobre estas enfermedades en este artículo.
La piel de un animal actúa como barrera protectora entre el medio ambiente y el organismo. Algunos gatos tienen la piel más sensible que otros y, por tanto, son más susceptibles a las enfermedades cutáneas. Existen algunas diferencias fisiológicas con respecto a la piel de los perros, como el pH, que es ácido en los gatos (6,3), y la densidad del pelo, que es mucho mayor en los gatos.
Las enfermedades de la piel son variadas y las más comunes son la dermatitis alérgica a las pulgas, la dermatitis atópica felina y las infecciones parasitarias como la dermatofitosis, más conocida como tiña.
Tu amigo de cuatro patas también puede presentar hinchazones anormales en la piel: podría tratarse de un absceso, que es una acumulación de pus. En este caso, la enfermedad no es mortal, pero conviene llevar a tu gato al veterinario para evitar dolores e infecciones.
Las enfermedades dermatológicas también pueden estar relacionadas con un problema más general, como un problema de comportamiento o incluso un trastorno hormonal.
Por último, la dermatología también incluye el estudio de todas las enfermedades del oído. Entre ellas se incluyen las infecciones de oído, así como todas las enfermedades de la piel que afectan a los oídos externos, como los ácaros del oído, que es una enfermedad común en los gatitos.
¿Hay gatos predispuestos a padecer problemas cutáneos?
Algunas razas de gatos son más sensibles a las enfermedades dermatológicas que otras.
Por ejemplo, los gatos persas -y los gatos de pelo largo en general- están predispuestos a la tiña, al igual que los gatos jóvenes, ancianos e inmunodeprimidos (por ejemplo, los gatos con VIF [virus de la inmunodeficiencia felina]).
Los ácaros de las orejas son comunes en los gatos bebés y son más raros en los gatos adultos, a menos que el animal proceda de un refugio u organización o se haya introducido un nuevo gato en el hogar. Por lo tanto, los gatos domésticos de pelo corto, comúnmente conocidos como "moggies", están potencialmente en riesgo.
En cuanto a los abscesos, los gatos machos no castrados son los más susceptibles, ya que suelen participar en peleas, lo que les expone a mordeduras y arañazos.
¿Cuáles son los síntomas de un problema cutáneo?
Hay muchos síntomas. Algunos síntomas son específicos de una enfermedad concreta, pero eso es poco habitual, porque los síntomas de distintas enfermedades suelen ser bastante similares, y distintos síntomas pueden estar asociados a la misma causa. Así que es una tarea complicada.
Por ejemplo, puede notar enrojecimiento, picor intenso, caída del pelo o incluso ausencia total de pelo en una zona concreta, caspa, mal olor, pelo graso, un cambio en el color de la piel y/o del pelo, así como bultos, costras o úlceras en la piel.
Los ácaros de los oídos y la dermatitis alérgica a las pulgas son responsables de picores importantes. El animal se rasca y lame en exceso, lo que puede provocar lesiones secundarias. El rascado puede causar otras lesiones y la aspereza de la lengua del gato hace que lamerse sea traumático, por no mencionar que, contrariamente a la creencia popular, la boca del gato no está "limpia" y puede transferir gérmenes a la piel dañada.
La tiña se caracteriza por zonas redondas sin pelo, a menudo en la cara y a veces en el resto del cuerpo. En algunos casos, también se observa picor. Esta enfermedad se transmite fácilmente a los humanos, por lo que debes tener cuidado si tu mascota está afectada. Cuando una persona ha estado en contacto con la tiña, puede mostrar diversas lesiones características, como pérdida de pelo o manchas rojas redondas (sobre todo en los antebrazos, que es la zona que más contacto tiene con el gato).
¿Qué tratamientos se recomiendan?
En dermatología, el tratamiento puede ser local (aplicación de crema, pomada, solución, champú, entre otros) o general (administración de comprimidos o inyecciones). Varía en función del diagnóstico y de la extensión de la enfermedad: cuanto más pequeña sea la lesión, es preferible un tratamiento más local, si es posible.
El tratamiento suele incluir antiparasitarios si la enfermedad está relacionada con la presencia de garrapatas, pulgas, ácaros, sarna demodéctica o alergias.
Por ejemplo, la dermatitis alérgica a las pulgas requiere un tratamiento antipulgas. Éste debe realizarse con regularidad y mantenerse al día.
Es importante recordar que el tratamiento correcto para tu gato sólo puede determinarse a partir del diagnóstico de tu veterinario.
Consejos y trucos
Tanto en otoño como en primavera, es común que la caída del pelo del perro, conocida como muda, se intensifique. En otoño, el pelaje más ligero es reemplazado por un pelaje más denso, preparando al animal para las temperaturas más bajas.
Una de las preguntas más frecuentes que se hacen los dueños de gatos es: "¿Mis gatos están peleando o jugando?"
La diferencia entre un juego y una situación agresiva puede ser sutil, pero hay señales importantes que ayudan a entender si tu gato solo se está divirtiendo o si es el momento de intervenir para evitar una pelea.
El otoño es una estación mágica que trae consigo una explosión de colores, el frescor en el aire y nuevas experiencias para disfrutar con tu perro.
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