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Una alergia ocurre cuando el sistema inmunitario responde de manera excesiva a un determinado elemento externo, en este caso conocido como alérgeno. Un alérgeno es, por tanto, una sustancia o cuerpo responsable de una respuesta inmunitaria inapropiada, mientras que esta respuesta normalmente es inofensiva y se supone que protege al cuerpo. Las alergias son comunes en los perros y pueden tener diversas causas. Dependiendo del alérgeno, se pueden utilizar diferentes estrategias.
Diferentes agentes pueden ser alergénicos para tu perro: agentes en su dieta, en el aire que respira o en las sustancias/objetos que toca con su piel. Una alergia puede desencadenarse tras la picadura de un insecto o una pulga, o después de ingerir ciertos alimentos (más a menudo proteínas, en cereales, carne de res, pollo, pescado, huevos, productos lácteos, etc.). También existen alergias resultantes del contacto con o la inhalación del alérgeno (metales, cemento, cosméticos, medicamentos, plantas, plástico, goma, polen, ácaros del polvo, productos de limpieza, etc.). Los factores alergénicos más comunes son el polen, los ácaros del polvo y la saliva de la pulga.
Un caso común de alergia es la dermatitis atópica, que es principalmente de origen genético. Suele resultar de la alteración del sistema inmunitario y/o un defecto de permeabilidad de la piel que permite la entrada de agentes alergénicos en el cuerpo. Estos agentes varían mucho: mohos, ácaros, polen, restos de plantas, etc. Ciertas razas y líneas están predispuestas. Finalmente, el angioedema, una forma de urticaria que se manifiesta de manera particular, también puede ser causado por alergias en los perros. Además de factores físicos, genéticos e infecciosos, las alergias pueden desencadenarse por hipersensibilidad a un medicamento, alimento, planta, picadura de insecto, etc.
La reacción alérgica depende del animal involucrado: ciertos factores serán alergénicos para algunos perros pero no para otros.
Además, a veces la reacción alérgica misma ocurre después del contacto repetido con el alérgeno: por lo tanto, no es raro que un perro se vuelva alérgico a algo que anteriormente toleraba. Las alergias pueden ocurrir a cualquier edad, pero más a menudo se manifiestan por primera vez entre los seis meses y los dos años, particularmente con la atopía.
Los síntomas varían mucho dependiendo del tipo de alergia. Lo más habitual es que aparezcan reacciones en la piel (picazón, infecciones cutáneas conocidas como pioderma, costras, pérdida de pelo, mal olor, ojos rojos, hinchazón, etc.). En otros casos, particularmente con alergias alimentarias, también ocurren trastornos digestivos (vómitos y diarrea).
En el caso de la dermatitis atópica, la reacción alérgica se manifiesta principalmente como picazón, particularmente en las patas y el vientre, pero también, y a veces exclusivamente, como infección de oído, estornudos y conjuntivitis. Para más información sobre la picazón, consulta el artículo “Mi perro no deja de rascarse”.
En el caso de la alergia a pulgas, no necesariamente encontrarás pulgas vivas en el pelaje de tu animal: tan solo el contacto con un adulto puede ser suficiente para desencadenar la alergia. Es más probable que encuentres excrementos de pulga que parecen espirales negras y se tornan rojas al contacto con agua.
El veterinario introducirá rápidamente un tratamiento basado en medicación, para reducir la respuesta inmunitaria excesiva del cuerpo y aliviar los síntomas del animal (como por ejemplo medicamentos antiinflamatorios, champús o antibióticos si hay infecciones presentes). El tratamiento antiparasitario es esencial, incluso si las pulgas no son visibles en tu animal.
A largo plazo, es necesario identificar la causa de la alergia y evitar que tu perro entre en contacto con ella, si es posible. Esto puede requerir un cambio en la dieta (en particular alimentando a tu perro con alimentos hipoalergénicos o suplementos dietéticos como ácidos grasos esenciales) o un cambio en el ambiente (limpiar más a menudo, mover objetos, etc.).
Los tratamientos tópicos, como ungüentos, cremas o aerosoles, pueden administrarse para fortalecer la barrera cutánea. La adición de ácidos grasos esenciales a la comida de tu perro también puede ayudar a fortalecer esta barrera.
Si el agente alergénico no puede suprimirse, se puede considerar un tratamiento a largo plazo con inmunomoduladores para controlar la respuesta inmunitaria que causa la picazón.
También es posible realizar una desensibilización al alérgeno en cuestión. Esto implica el contacto regular con una pequeña dosis del alérgeno para aumentar la tolerancia del sistema inmunitario de tu perro. Sin embargo, este método es difícil de implementar y menos efectivo que no tener contacto alguno con el alérgeno. Se puede usar en la dermatitis atópica porque los factores alergénicos son múltiples y difíciles de identificar con precisión.
Y siempre recuerda que si tienes dudas sobre la salud de tu perro, no esperes: contacta a tu veterinario lo antes posible. Tu veterinario es tu aliado más confiable cuando se trata de la salud de tu animal, y ningún sitio de información
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