Un día, tu querida mascota no se encuentra bien. Está malito. Tu perrete está remolón y no quiere cuentas con nadie. Se le cae el pelo. ¡No come! En ese momento paras y decides que es el momento adecuado para ir al veterinario. El profesional atiende a tu perro de maravilla, llega a un diagnóstico y le receta unas medicinas.